Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Fosforito en la Universidad de Córdoba


La Facultad de Letras de la Universidad de Córdoba monta un ciclo de mesas redondas bajo el título genérico de "Diálogos con la Cultura". El 1 de abril de 2011 el tema era "La Cultura y el Flamenco". La mesa fue presidida por Don Eulalio Fernández, decano del centro, y la presentación corrió a cargo de Don José Cosano, de la Real Academia de Córdoba, la misma que la noche anterior había recibido como miembro al cantaor Don Antonio Fernández Díaz, Fosforito. El de Puente Genil era uno de los ponentes de la mesa, acompañado de Don José Carmona, presidente de la Federación Provincial de Peñas Flamencas, y Don Andrés Raya, catedrático de Matemáticas en esta Universidad. Todos los nombrados están en la foto de arriba, menos Raya, algo refractario al parecer a los focos, sustituido ante la cámara por mi entrañable amigo el concejal Marcelino Ferrero.

Lo que sí hizo Andrés, bueno, lo que sí hice, fue arrancar como ponente. Recordé diversas acepciones de la palabra cultura, señalando que, si bien el Flamenco no encajaba en varias de ellas, sí era cultura en la forma que la entiende la Antropología. Cultura históricamente ágrafa, o sea, no escrita, lo que nos ha llevado, por ejemplo, a desconocer hasta hace tres días datos sobre nombre, lugar de nacimiento, etcétera, de figuras tan señeras como "El Planeta". Critiqué a la llamada Flamencología, principalmente la de los años sesenta y setenta del siglo XX. Saqué a relucir el tema de llevar el Flamenco a la enseñanza, mostrándome enemigo frontal a que esto, de hacerse, fuese de forma reglada u obligatoria. Puse mis peros al pretendido regionalismo del Flamenco y a la apropiación del mismo por parte de la clase política. Recordé, en fin, los primeros contactos de esta Universidad con nuestro arte, hasta culminar en la creación de la actual Cátedra de Flamencología.

Pepe Carmona ahondó en la relación flamenco-universidad, recordando las frecuentes visitas de Pepe el de la Matrona a la Sorbona de París. Puso de manifiesto el valor de estudiosos como José Blas Vega. Y, naturalmente, habló de las peñas, una de las piedras angulares del arte flamenco en los últimos cincuenta años.

Le toca el turno al recién estrenado académico, quien hizo honor a tal condición en un recorrido histórico, desde Teócrito o Marcial hasta nuestros días, para mostrar la antigüedad de esta "cultura ancestral". Esto a mí no me extrañó. Aunque últimamente hayamos coincidido poco, hace bastantes años que nos conocemos y puedo garantizar que la sabiduría de Antonio va mucho más lejos que el mero conocimiento de los cantes, lo cual ya es muchísimo. Conozco su casa y su repleta biblioteca, la cual tiene poco de adorno y mucho de vida, es decir, de lectura, mérito doble para una persona que, como nos confesó, no había pasado como alumno por aula alguna. Por supuesto que discrepamos en muchas cosas, lo cual quedó de manifiesto ese día. ¡Arrieros somos, y en el camino andamos...!

Diversas intervenciones del público, permitieron extendernos a los tres ponentes en este Arte que tanto amamos. Y seguimos en la posterior comida, para la que se nos unieron Maribel, la esposa de Antonio, el citado concejal Marcelino Ferrero y el vicerrector Juan Antonio Caballero. Feliz mi reencuentro con Fosforito. Les dejo a ustedes con una vieja grabación del maestro, acompañado por la guitarra de Alberto Vélez.

3 comentarios:

  1. ¡Habría que haberos visto discutir de flamenco, a Fosforito y a ti! El flamenco, despierta pasiones, y no parece que ninguno de los dos seáis tímidos en defender posturas.
    ¡Gracias a que no pensamos todos igual! Si no, esto de hablar de flamenco sería muy pobre y... muy aburrido!
    Yo he hecho grandes amigos discutiendo -airadamente- de nuestras ideas sobre el flamenco.

    Salud.

    P.S. ¡Qué bien cantaba Fosforito!!!

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  2. Por Dios, Porverita, discutir no discutimos de nada. Pusimos sobre la mesa cuestiones no coincidentes y ya está. A mis 18 o 19 años yo era "fosforero" total. Lo sigo siendo: Antonio es mucho Antonio...

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  3. Pues, en mi tierra, discutir no es nada malo. Alivia la tensión, saca los malos humores y evita que nos salgan calenturas. :-)

    Eres un maestro de las matemáticas y de la lengua: "poner sobre la mesa cuestiones no coincidentes"!!! ¡¡Ja!! :-)

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