Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

viernes, 25 de marzo de 2011

Victorino de Pinos Puente (Noche flamenca en Granada)

Pudo ser en 1976 o tal vez en 1977. Mes de agosto cuyos calores sobrellevaba como podía en mi Fernán Núñez natal. Un día me llaman Rosa y Quica, dos amigas gallegas que andaban de gira por Andalucía.

- Andrés, estamos en Córdoba. Ven a vernos. Mañana seguimos para Granada y luego Málaga, ¿te vienes?

Por supuesto que sí. A la tarde-noche del día siguiente paseábamos la Gran Vía granadina y al llegar a Puerta Real nos encontramos con uno de mis viejos amigos: el cantaor Enrique Morente. Después de un rato de conversación nos dice:

- He quedado en el Sacromonte para oír a un guitarrista jovencito, el sobrino de Victorino de Pinos Puente. Me acompañáis, ¿verdad?

En la cueva “Los Tarantos” estaban acabando sus actuaciones para los turistas y al poco tiempo cerraron, quedando dentro los dueños, Victorino y su sobrino, mis amigas gallegas, Morente y yo.

Y vino el cante de este gitano de Pinos Puente. Con su sobrino a la guitarra, cantó durante horas soleares, siguiriyas y fandangos. ¿Para qué más estilos si en estos era largo y los ejecutaba de maravilla? Reconocí en él a uno de esos anónimos cantaores de reuniones, de minorías. Su voz era rancia, gorda. Su compás, ajustado, bien medido. Clásico, pero sin la frialdad que enseñorean los actuales representantes de esta línea, con incursiones en la magia del caracolismo.

Solamente al final de la fiesta cantó Enrique. Lo hizo por soleá y el bueno de Victorino, sincero y teatral a un tiempo, se arrodillaba a su lado en un gesto poco menos que de adoración.

Enrique y yo corrimos con los gastos de lo que se había consumido. Ya en la calle me dice
- Mira, dame mil duros para Victorino. Yo le daré otros mil a su sobrino...
¡Grandeza de un artista de su talla, pagar para que le canten a él! Los libros cuentan que eso solía hacerlo con frecuencia don Antonio Chacón. Morente también aquí sigue al maestro jerezano.

domingo, 20 de marzo de 2011

Cantar más de 20 soleares para cantar una SOLEA

Una noche, allá por 1971, nos encerramos en el sótano de Casa Gayango una pequeña tertulia para hablar de cante: Pepe el de la Matrona, Antonio Piñana, Manolo El Sevillano, Carlos Aldana (dueño del local), mi amigo el Ingeniero de Minas Paco Hidalgo, alguien más que no recuerdo, y yo. Ya se sabe que nuestros cantaores no hablan de cante sin apuntarse algún que otro estilo:
-Yo lo aprendí de Fulanito que lo hacía así...
Piñana tenía ganas y nos regaló, con la guitarra del Sevillano, sus conocimientos de mineras, tarantas, cartageneras. Pepe lo escuchaba atentamente y en algún momento de nuestra conversación hizo pequeños apuntes por soleá. Mi amigo Paco Hidalgo, le insistía una y otra vez:
-Pepe, ¿cómo era aquello del correo de Vélez?
El Matrona miraba para otro lado fingiendo no haberlo oído y, por mi parte, y por lo bajini, yo le decía a mi amigo:
-Por Dios, Paco, a los cantaores no se les pide nada. Hay que dejarlos a su aire.
Seguimos hablando de todo lo divino y lo humano cuando el Matrona, le dice al guitarrista:
-Manolo, toca un poquito por soleá.
Efectivamente, Pepe empezó a desgranar una y otra letra. Más de veintitantas, recorriendo los estilos de Alcalá, Lebrija, La Serneta, Frijones, Paquirri. En un momento, dirigiéndose a mi amigo Paco, le dice:
-Niño, ahora estoy en condiciones de hacer ese cante que querías.
Se marcó un par de letras de esas soleares grandes de Triana, esas monumentales soleares apolás. Nos dejó tan impresionados que no hubo más remedio que levantar la reunión.

martes, 15 de marzo de 2011

Presentación de Eugenio Cobo (1997)

(Escrito en 1997 como presentación de la conferencia que Eugenio Cobo pronunció en la XXV Semana Cultural Flamenca)



Queridos socios de la Peña Flamenca de Córdoba, amigas y amigos que nos acompañan esta noche:

Además de gozar el esperado y seguramente exitoso recital del entrañable Curro Malena y su guitarrista Antonio Carrión, van a tener la suerte de oír la charla, conferencia o llámenle ustedes como quieran, que, referida al FLAMENCO EN LA COMEDIA DEL XIX, nos va a ofrecer EUGENIO COBO GUZMÁN, dentro de esta XXV SEMANA CULTURAL FLAMENCA que la ensolerada PEÑA FLAMENCA DE CÓRDOBA dedica a nuestro consagrado artista LUIS PEREZ CARDOSO, Luis de Posadas, Luis de Córdoba.

¿Quién es EUGENIO COBO? ¿Es uno de esos sabihondos que se ha dado en llamar flamencólogos? Ni mucho menos: Eugenio es un estudioso de nuestro Arte Flamenco. Pero, debo advertir a ustedes que estudioso no significa el que estudia (tal cosa lo son los estudiantes a secas). Estudioso, y como profesor con más de treinta años de experiencia que soy algo sé de estas cosas, es el que ama lo que estudia.

Eugenio, nacido en Mérida en 1951, vive en Madrid desde sus tres años de edad. No sé cuándo ni de dónde nace su afición al cante, pero debió de ser algo antes del 1973, año en que marcha a Cádiz para rastrear en la vida del cantaor de Gabriel Macandé, cantaor del que hizo una biografía de la que tuve el honor (en una etapa anterior de mi vida) de ser editor y prologuista. Un librito, publicado en 1977, al que tengo enorme cariño y cuya lectura recomiendo a los que no hayan tenido ocasión de hacerlo.

Por estos mismos años hace una selección de los artículos de nuestro paisano Ricardo Molina en el Diario Córdoba, que más tarde cristalizaron en dos libros (“Obra Flamenca” y “Cante y Cantaores Cordobeses”) de los que volví a ser editor.

En 1980, se publican sus “Andares del Bizco Amate”, esta vez con cubierta de nuestro admirado Antonio Povedano.

En 1981 la editorial 3 14 17 de Madrid reedita la revista EL FOLK-LORE ANDALUZ que un siglo antes se había publicado en Sevilla bajo la dirección de Don Antonio Machado y Alvarez (“Demófilo”). Esta reedición lleva un magnífico estudio-prólogo firmado por José Blas Vega y por nuestro conferenciante de hoy Eugenio Cobo.

Por estos mismos años Eugenio recala en nuestra Córdoba. ¿Qué vino a hacer por aquí? Miren ustedes, vino a estudiar los archivos existentes en las Ermitas de la sierra, buscando una serie de escritos de los propios ermitaños del siglo XVII más o menos. ¿Les cuento cómo Eugenio subía hasta lo alto de ellas? No lo hacía en coche (que no tenía) ni lo hacía en autobús (que no existían), sino que llanamente ascendía por la conocida “Cuesta del Reventón”. Algunas tardes, en su ascenso, hacía parada, para platicar un rato sobre cosas del cante, en la vivienda que Antonio Povedano posee en la Carretera del Alba.

Fruto de aquellas indagaciones fue un precioso libro del que yo conservo un original. Creo que permanece inédito.

Les he hablado de Eugenio Cobo como biógrafo de Gabriel Macandé y del Bizco Amate. Ambos eran cantaores marginales. Pero, he aquí, que Eugenio viene a interesarse por un cantaor que fue figura durante décadas. Nos referimos a Don José Tejada, “Niño de Marchena”, o simplemente “Pepe Marchena”. El cantaor iconoclasta, bestia negra del neoclasicismo (el término no es mío sino de Agustín Gómez) que nos invadió desde mediados los años sesenta. Eugenio, hombre sin prejuicios, se interesa por el marchenero y fruto de varios años de amoroso estudio fue su “Vida y Cante del Niño de Marchena”, publicado en 1990 con prólogo de Blas Vega y con mi sello editorial.

Por esta misma época (1991) nace en Madrid la revista “La Caña”, la más rigurosa de las dedicadas a nuestro Arte Flamenco. Desde su fundación, Eugenio Cobo la codirige y es uno de sus más asiduos colaboradores.

Pero quizá la causa última de que los organizadores de esta Semana Cultural hayan invitado a nuestro amigo Cobo a platicar con ustedes sea que justamente ha sido el ganador del Premio de Ensayo González Climent, de tema flamenco, en su cuarta edición. Este premio (hay que contar la historia) se forjó en Córdoba por iniciativa conjunta de Luis de Córdoba y la Peña que hoy nos acoge. Agustín Gómez y Antonio Povedano fueron, como siempre, apoyos imprescindibles. Yo mismo fui uno de los creadores del premio y editor de sus dos primeras ediciones. Esta vez, Eugenio lo ha recibido por su obra “El flamenco en los escritores de la Restauración (1876-1890)”.


Es decir, que el tema que hoy nos trae Eugenio, lo tiene fresquito. Como todos sus escritos, están hechos con amor.

Que ustedes lo disfruten.

jueves, 10 de marzo de 2011

Hoy (13-12-2010) en el cielo no duerme nadie

Dicen que el Buen Dios, cansado de tan pacífica y celestial felicidad, se ha aficionado al Cante Flamenco. Vamos, que también desea estremecerse de vez en cuando… Y organiza sus fiestas. Como no podía ser de otro modo, cuando piensa en una de ellas, llama a don Antonio Chacón para que él elabore la lista de cantaores y guitarristas a los que citar. Ya se sabe, si sé quiere a los “primitivos”, llama a don Silverio, al Mellizo de Cádiz, a Juan Breva, al Canario, al maestro Pérez y a Paco el de Lucena. Si quiere a los de su época, allí están Manuel Torre, Pastora y su hermano Tomás, Escacena, Ramón Montoya y Habichuela. ¿Más recientes? No faltan ni Vallejo, ni Marchena, Caracol o Valderrama, junto a Niño Ricardo o Melchor el de Marchena. ¿Modernos? Chacón siempre llama a Camarón, Fernando Terremoto, Fernanda o Chano Lobato.
Hoy es 13 de Diciembre de 2010. Don Antonio Chacón se ha adentrado en los divinos recintos:
-Buen Dios, Buen Dios, hay que montar una fiesta por todo lo alto. De un momento a otro nos llegará Enrique Morente y DIOS TIENE QUE ESCUCHARLO.
¿Cómo no? Se ha puesto el No hay billetes en el celestial Salón de Cante. No faltan ni el Matrona ni Aurelio el de Cádiz, Bernardo el de los Lobitos, Mairena, Juan Varea, Rafael Romero, Manolo el de Huelva y Sabicas. Hoy en el cielo NO DUERME NADIE.

sábado, 5 de marzo de 2011

Malagueña

Que el de Graná no se ha muerto
aficionaos no llorad
que el de Graná no se ha muerto
Que Morente está dormío,
soñando por soleá.