Visitando mi cuaderno Cantando por Fandangos, ahora convertido en EL MUSEO DEL FANDANGO, podrán elegir entre doscientos cincuenta (250) artistas distintos para escuchar este estilo de cante.

viernes, 6 de mayo de 2011

Y yo la mandé callar


Luisa Romero, cantaora y bailaora, hija del entrañable Rafael, fue contratada en un tablao de nombre "Caripén", allá por la calle Leganitos. El padre, que nunca paraba de contar las excelencias de su Luisa, me insistió varias veces en que fuéramos a verla. Aprovechamos un día que Rafael tenía descanso en "Zambra" y allá nos fuimos. Cuando llegó la actuación de su niña, resulta que una señora, sentada en la mesa de al lado, no paraba de hablar y hablar, y, además, en alto. Cansado de oirla me levanto un momento y digo:
- Por favor, silencio. Un respeto al cante.
Rafael casi se escondió debajo de la mesa.
- Pero, ¿que haces? ¿No ves que es Lola, la dueña, y que como me vea despide a mi hija?
En efecto, se trataba de la famosísima Lola Flores. Pero he aquí que la Faraona se vuelve hacia mí y me dice:
- Tié usté razón. Ya me callo.
Por supuesto no hubo represalias y Luisa siguió trabajando allí.

6 comentarios:

  1. Simpatiquísimo hecho.
    Reacción muy propia de "La Lola"

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  2. Pero, no me veas, Ramona, la cara de rabia contenida que tenía la señora.

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  3. ¡Estos matemáticos! ¡Qué despistadillos que son! ¡¡No reconocer a la faraona!!!
    Estaría muy oscuro aquello.

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  4. No lo he narrado así, pero te aseguro, Porverita, que era consciente de que estaba pidiendo silencio a la señora Flores. ¡Pecados de juventud!

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    1. Vamos que te ibas tú a callar porque fuera LOLA. No cambies. Un abrazo

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